domingo, 1 de mayo de 2016

Demora en la atención


A veces nos encontramos pensando en algo “que se nos mete en la cabeza” sin poder dejar de darle vueltas.
Le damos vueltas y más vueltas sin añadir nada nuevo a lo que ya habíamos pensado. Decidimos no pensar más en ello pero vuelve a nuestra cabeza..... no podemos evitarlo....

¿No podemos evitarlo?

Nuestro cerebro está entrenado en atender aquello que nos llega. La atención a los pensamientos que llegan es gratificante a corto plazo. Por ello, si decidimos no atender el pensamiento, éste vuelve y lo más probable es que lo atendamos en ese momento, o en el siguiente. ¿Recordáis qué sucedía cuando el niño lloraba delante del kiosco para que su papá le comprase una chuche? El papá decía que no, el niño pataleaba y el papá se la compraba? El niño aprendía que, a veces, hay que patalear para conseguir la chuche.

Aquí la chuche es la atención. Sentirnos atendidos es agradable, por tanto la atención es recompensante.
Decidimos no atender el pensamiento, pero lo atendemos, “le compramos una chuche a nuestro cerebro” ¿Qué es lo más probable que suceda la próxima vez? Que insista, e insista, hasta que consiga su chuche....hasta que le atendamos.

¿Cómo evitarlo?

Lo más probable es que no estemos entrenados en atender nuestros pensamientos cuando queramos atenderlos y no en el resto del tiempo.
Si esto es así, cuando estemos preocupados por algo, esos pensamientos, vendrán, les atenderemos, volverán, les volveremos a atender......nos agotará la sensación de estar siempre pensando en lo mismo, preocupados por lo mismo, conscientes de que eso no soluciona el problema, pero atrapados, esperando a que pase el tiempo y “se solucione” el problema....

Primer paso: analizar el problema al que le dedico tanto tiempo pensando: qué lo ha producido, qué puedo hacer yo para mejorar la situación (si es que algo puedo hacer,) qué estoy haciendo, qué puedo pedir a otros que hagan, etc...

Segundo paso: establecer un plan de acción: cuándo voy a hacer cada una de las cosas que he decidido hacer. Escribid la fecha o momento en el que os proponéis hacer cada cosa.

Tercer paso: revisar lo que habéis escrito. ¿Tenéis la sensación de que falta algo que podéis hacer y no está puesto?. Si es que sí, aparcad el papel hasta más tarde, noche, día siguiente...

Cuarto paso: Si creéis que ya no falta nada, si ya sabéis qué es lo que está bajo vuestro control, lo que podéis hacer y lo que no podéis hacer.... ver cuándo es el siguiente movimiento o acción que habéis planificado y tomad la decisión de no pensar más en ese problema hasta dentro de …... y, aquí poneos un tiempo. Al principio poco, media hora, una hora...

Quinto paso: hasta el momento en que decidí atenderlo, cada vez que el pensamiento viene a mi cabeza me digo “Ahora no toca pensar en esto”. Y me lo digo tantas veces como venga. No luchéis para que no venga, simplemente cuando venga, no lo atendáis....”Ahora no toca”.
Al principio se comportará como el niño acostumbrado a conseguir las chuches llorando, llorará más, pataleará mas....insistirá más en que pensemos en ello. ¿Que pasará si cedemos antes del tiempo que nos hemos propuesto y le atendemos? Que aprenderá aa insistir y “patalear” más para conseguirlo.
Solo romperemos nuestro compromiso de no pensar en ello si aparece información nueva relevante sobre el problema que haga importante reflexionar sobre ello. Recordad, ha de ser nueva e importante. Si es así hacemos una nueva planificación y volvemos a empezar.

Mi recomendación es que empecéis a hacer esto con problemas pequeños, del día a día, después con problemas mas complejos. También que empecéis con demoras de la atención cortas, por ejemplo decidir que no vais a pensar en el problema, uno vez hecha la planificación, hasta dentro de media hora, una hora, después ampliad a dos, a medio día, a un día.... hasta que consigáis demorarlo cuanto queráis.
Es preferible que las metas sean fáciles de conseguir y las consigáis. Si os proponéis mucho tiempo sin atender al problema y no sois capaces, volvéis a engancharos con el pensamiento, le estáis “comprando chuches al niño que patalea” y eso no es lo que queremos enseñar a nuestro cerebro.
A veces os sorprenderéis pensando en el problema cuando os habíais propuesto no hacerlo hasta la noche. No pasa nada, es normal, es lo que veníais haciendo hasta ahora. No os riñáis por ello, seguid practicando. Cuando seáis conscientes de ello utilizar el “Ahora no toca” y dejad de atenderlo.

Al principio, cada vez que hagáis esto, os recomiendo coger un papel para escribir las respuestas a las preguntas anteriores.

Este autocontrol requiere práctica, como todo, mucha práctica. Y como toda práctica requiere empezar por lo fácil y hacerlo muchas veces.

¿Para qué sirve?

Para darle a nuestra cabeza el uso que queramos, para desatraparnos de ese comportamiento obsesivo con los problemas de la vida que nos impide ver que hay más vida que la de preocuparnos constantemente.
No es ignorar el problema, de hecho empezamos analizándolo y planificando qué vamos a hacer, es no gastar en el problema más recursos de los necesarios.

Es dejar tiempo para vivir, pensar y sentir otras cosas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario