lunes, 7 de enero de 2019


EL PRESENTE, Y CÓMO EL PASADO Y EL FUTURO LO PUEDEN MERMAR

Vivir en el presente a veces no es fácil. Con frecuencia nos situamos años o meses atrás recordando los buenos tiempos o nos situamos adelante, imaginando un futuro complicado con problemas que aún no han llegado.


El pasado

Dice Goldberg que el pasado no existe en nuestro cerebro. Cada vez que recordamos algo, cada vez que evocamos un momento, una sensación, una imagen, lo traemos al presente, lo hacemos presente. Hacerlo presente supone, en la mayoría de los casos, modificar ese recuerdo que a su vez almacenaremos modificado.

Tanto es así que historias que contamos o nos creemos de nosotros mismos, cuando pueden compararse con lo que realmente sucedió, vemos que hemos ido introduciendo modificaciones asumidas como “verdad”.


Tendemos, además, a magnificar algunos aspectos de lo que recordamos y a obviar otros. Esto es así por la relevancia que tuvieron para nosotros cuando, en aquel momento, los vivimos y por las siguientes relevancias que tuvieron cada vez que los recordamos. 

Incluido el recuerdo-reconstrucción de ahora mismo.

Comparar el presente con tiempos pasados para lamentarnos de cómo estamos es más bien una táctica para soportar mejor lo que no nos gusta de lo que ahora tenemos, vemos o sentimos. Una táctica creíble. Tan creíble que es indiscutible. Simplemente, es así, como decimos que es. Tenemos razón.

Razón para qué?. Para seguir anclados en un pasado ”mejor” que merma un presente imperfecto?

El pasado ha servido para que nos convirtamos en lo que ahora somos y actuemos teniendo en cuenta todo lo que somos.
Tan negativo es vivir en el pasado como ignorar que ha contribuido en gran manera a hacer este presente. Este. El de ahora. El ahora de cuando escribo. El ahora de cuando lees. Dos.

Muchos ahoras.

Las pérdidas de seres queridos que antaño murieron serán inútiles, peor quizá, perjudiciales, si es el dolor de las ausencias, el dolor de lo que dejamos de hacer o hicimos mal, lo que traemos a un presente en el que deseamos que su presencia estuviese aquí ahora.


Sólo si nos desprendemos de esa necesidad de tener lo que no tenemos, de esa necesidad de poseer lo que ya perdimos, de anhelar lo que recibíamos, dejaremos que el presente fluya siendo lo que es: este momento. Éste.

No es fácil desprenderse de recordar y revivir momentos mejores, almacenados en nuestro cerebro. No es fácil dejar que sean lo que son: nuestra historia, nuestras experiencias pasadas, nuestro patrimonio para este presente. Solemos querer que sean más. Solemos querer que vuelan a ser. Que vengan a mejorar el ahora.

Suerte que los tuvimos. Ahora el momento es éste y si lo mermamos porque no es como debería ser, o no tiene lo que tendría que tener, perdemos parte de lo que podemos hacer y sentir ahora. Solo ahora.

Da igual lo que haya sucedido en el pasado. Ya ha sucedido. Y sólo ha servido para ponernos aquí en este lo que somos ahora. Es desde este ahora desde donde fluimos, vivimos, hacemos, sentimos. Añadirle pasado al presente lo aparta de su objetivo: este momento, el presente.




El futuro

Tenemos planes, objetivos, ilusiones, metas, ideas de futuro o futuros hacia donde nos movemos desde el presente. Esto le da sentido de continuidad a la sucesión de momentos y valor a cada uno de ellos en cuanto contribuyen a crear ese futuro.

De lo que no solemos ser conscientes es de que esos planes, objetivos, ilusiones,ideas de futuro son presente. Existen ahora porque los estamos creando en nuestro cerebro. Son ahora.

Si nos agarramos a ellos como razón de ser para vivir, nos iremos de este momento porque nos transportarán a ese futuro que imaginamos. Y que sólo lo imaginamos.
Disfrutar imaginando es una buena forma de disfrutar, siempre que estemos seguros de que estamos imaginando. 

Es como ver una película futurista de ciencia ficción. La disfrutamos porque sabemos que es ficción, ficción ingeniosa, inteligente, linda o entretenida, pero ficción. Si en la vida no detectamos la ficción en la que nos ponemos cuando pensamos en el futuro, estamos creyendo que la película es la realidad. Y dejaremos de lado la realidad, dejaremos de lado este momento mientras seguimos en la película que imaginamos.


Estar en el futuro como motivación para la acción del presente nos permite seguir un camino, a veces dar más sentido a cada paso que sólo podría ser un paso. Esto servirá para sumar si seguimos en el paso que estamos dando. El problema surge cuando el paso en si mismo no tiene más sentido que el de acercarnos a un futuro imaginado. Entonces perdemos aspectos de ese paso que,  por rutinario o duro que sea, es lo que es.


El presente

No hay presente más bonito que el que tenemos. Cualquier otro, o es de otro, por tanto no es nuestro presente, o lo fue, por tanto es pasado, o lo debería ser, por tanto es una negación del que es, o lo llegará a ser, por tanto es imaginado, ficción todavía.

No es fácil vivir en el presente. Siempre le faltan cosas. O le sobran otras. Siempre hay alguien que dice o hace lo que no debería. Incluso nosotros nos equivocamos y hacemos mal lo que queríamos hacer de otra forma.

Y por si fuera poco esto, desde la prensa, la televisión, la radio, los conocidos y hasta la familia y los amigos, nos dicen cuánto podríamos ser de felices si comprásemos, hiciésemos, dijésemos.... 

Constantemente el mensaje es “si no eres más feliz es porque no quieres, mira haz esto, coge aquello, compra lo otro, ve a tal sitio....”. Es como si todo el mundo supiese más de nosotros y de nuestro presente que nosotros mismos.

Y quizá sea cierto.

Quizá no sepamos lo suficiente de nuestro presente. Quizá sepamos tan poco como para no ser capaces de dejar de lado las necesidades a satisfacer sobre las que los demás construyen nuestra supuesta felicidad.

O lo sepamos, pero nos resistamos a admitir que más allá de la realidad todo es ficción.

Entonces?


Cuestión del cuándo.

Todavía a día de hoy, que sepamos, no somos capaces los humanos de viajar a través del tiempo como para modificar líneas temporales que cambien lo que no nos gustó o lo que no nos va a gustar. Quizá la humanidad descubra una forma de hacerlo y entonces se mezclen aprendizajes que construyen a un ser humano que después ha de aprenderlos.


Hoy no tenemos más línea temporal que la que vivimos. Y sólo hay “un cuando” en el que podemos estar. Éste. Ahora.

Estamos, todos, cargados de razones para cuestionar tanto¡¡. Y son habitualmente esas razones las que nos llevan a desear lo imposible. Porque el que algo sea posible en otros, o lo fuese antes o lo pudiera ser, no lo convierte en real. Y lo que no es real, como mucho, es probable.


El cuando es ahora. Ni el mejor ni el peor de los ahoras. El único ahora. 

Cuanto más capaces somos de desprendernos de lo que necesitamos del pasado y de desprendernos de lo que anhelamos o tememos del futuro, más sentido cobra el ahora.


Me gustaría finalizar con una sugerencia que lo hiciese fácil, no la tengo, sin embargo sí una pregunta para la que no tengo respuesta. ¿ A qué esperamos?.