sábado, 13 de febrero de 2016

Nuestra área de control (II): por qué trabajar dentro


¿Qué podemos hacer para que aquello que deseamos se cumpla?
Comprar todas las papeletas. Todas. Es decir, hacer todo aquello que se puede hacer. Hacer todo lo que nosotros o cualquier otro,  pueda hacer para que el deseo se cumpla.

La única forma segura de que un deseo se haga realidad, es que todo lo que pueda influir en él para que se cumpla, esté controlado.

A veces, decíamos la semana pasada, es imposible controlar todo lo que se podría hacer. A veces, como en la lotería hay papeletas que no están en venta o que no son nuestras.

Por eso trabajamos. Para aumentar probabilidades de que el deseo se pueda cumplir. Por eso traducimos el deseo a objetivos, a algo que esté bajo nuestro control.

Si yo trabajo mis objetivos (compro mis papeletas) y el deseo se cumple, objetivo conseguido, deseo satisfecho.

Si yo trabajo mis objetivos (compro mis papeletas) y el deseo no se cumple, objetivo conseguido, deseo insatisfecho.

Insisto: objetivo conseguido.

Efectivamente, he hecho aquello que elegí hacer, de entre todo lo que yo podía hacer.


VENTAJAS DE TRABAJAR EN LOS OBJETIVOS, NO EN LOS DESEOS

Al trabajar con nuestros objetivos, al trabajar con lo que controlamos, es que nos “desatascamos” de la idea de que el deseo tiene que cumplirse por el hecho de ser bueno, grande, justo, útil para mi, útil para el otro o para los demás. Merma nuestra frustración.

Al entrenarnos en buscar papeletas, las encontramos, y de ellas elegimos algunas con lo que aumentamos la probabilidad de que el deseo se haga realidad. Hacemos más probable que el deseo se cumpla.

Nos hacemos mas conscientes de que elegimos qué papeletas vamos a comprar, qué objetivos vamos a trabajar. Elegimos unas, dejamos otras. No sólo aprendemos a elegir, sino, y sobre todo: aprendemos que elegimos.

Aprendemos a movernos en el mundo de las probabilidades, el mundo real, el mundo en el que lo seguro, por mucho y bueno que sea, no se produce salvo que, sobre ello, tengamos el control absoluto y eso no lo tenemos. Aprendemos a relativizar lo que “tiene que ser así porque sí”

Elegir, decidiendo con qué objetivos vamos a trabajar, saber que nos movemos en probabilidades, sin frustracción por el resultado, nos hace mas libres. Nos sentimos más libres.

Muchas personas aprenden a felicitarse por el trabajo hecho, aunque el resultado no sea el deseado. Aprendemos a valorar más el proceso y el esfuerzo que los resultados.

Si sentimos que trabajamos en aquello que hemos elegido, si sabemos que no por ello el deseo se va a cumplir, si somos conscientes de que nuestra área de trabajo es esa, la de comprar papeletas, cuando el deseo no se cumple no nos sentimos culpables, porque asumimos que no es responsabilidad nuestra que se cumpla ya que hay más papeletas que no están a nuestro alcance. Nosotros somos responsables de nuestros objetivos, no de los objetivos de los demás. Ni del deseo. Merma nuestra culpa ante el deseo no cumplido.


COMO MEJORAR NUESTRA PRÁCTICA DENTRO DE NUESTRA ÁREA DE CONTROL.

Acostumbraos a elegir objetivos que creáis van a servir para conseguir el deseo.

Y dejad los de los demás para los demás.

Decíroslo a en voz alta o escribirlos. Esto ayuda a verlos mejor. Y si tenéis con quién compartirlo, mejor aún.

Y preguntaros después ¿esto que acabo de decir depende exclusivamente de mi?

Felicitaros por trabajar en vuestros objetivos, independientemente de que el deseo se cumpla.


A veces decimos: mi deseo es que tengamos una buena relación y entre mis objetivos están: que nos escuchemos, que nos digamos lo que nos pasa, que nos respetemos, que seamos muy importantes el uno para el otro. 
Todos están muy bien, pero todos siguen siendo deseos. 
Yo controlo escuchar yo, no controlo que escuche el otro, yo controlo decir lo que me pasa, no controlo que el otro diga lo que le pasa. Y así con el resto.

Lo que no está bajo mi control no es un objetivo, sigue siendo un deseo.

Nos suele costar aceptar que yo no controlo que el otro haga o diga lo que yo hago o digo. “Tendría que hacerlo, pues yo lo hago”
Seguimos queriendo controlar lo que no está bajo nuestra área de control.
Y eso es una gran fuente de sufrimiento.



8 comentarios:

  1. Manolo, has conseguido que un chaval de 14 años se quede 15 minutos delante de la pantalla leyéndote. Transmites de una forma muy básica y fácil de entender simples consejos que son la mar de útiles. Enhorabuena, y estoy esperando la próxima entrada.

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    1. Gracias José. Seguro que con esa inteligencia que tiene y su habilidad para pillarlo todo, encontrará lo que puede serle útil para él.
      Gracias por tus ánimos. Un abrazo para todos.

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  2. Enhorabuena Manuel, explicas de una manera muy clara, que solo podemos trabajar con nuestra cabeza, y nos empeñamos en meternos en cabezas ajenas, creyendo que tienen que trabajar para nonosotros. Perdemos un tiempo precioso, empeñandonos en que el otro nos tiene que allanar el camino hacia lo que queremos..pero,!cuánto cuesta darse cuenta de esto!!!

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    1. Cierto, María Jesús, que andamos fuera de nuestro control muchas veces. Y, lo peor, es que lo sabemos, pero queremos que se cumpla el deseo, insistimos en que ha de ser como yo quiero, como yo digo.... como de pequeños cuando la pelota era nuestra, sí o sí.

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  4. El hombre y su eterna manía por hacer de lo sencillo algo complicado. Gracias Manolo por recordarnos que solo nosotros tenemos la llave de nuestra felicidad, por lo menos la llave de la autodeterminación.Un placer leerte

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    1. Gracias Ángel. Cierto que lo y nos complicamos. Cierto que tenemos nuestra parte de control.
      Un abrazo.¡

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