En
una ocasión, sentado en un banco en la calle, un hombre lloraba
mientras se quejaba:
- Ha
salido el siete y yo compré el ocho....Y seguía quejándose:
- Es
que ha salido el siete y yo había comprado el ocho.
Me
acerqué y le pregunté qué pasaba. Le pregunté por qué lloraba y
a qué se refería con que había salido el siete y que él había
comprado el ocho.
Me
explicó que había jugado a la lotería, comprado un décimo que
acababa en siete, pero el premiado había sido el que acababa en ocho.
Le
expliqué cómo funciona la lotería, le dije que lo único que
nosotros controlamos es comprar una, dos o más papeletas, que
nosotros no controlamos el bombo, no tenemos control sobre el bombo
para que salga la bola que queremos.
No
pareció quedar satisfecho y siguió llorando.
Entendí
que el buen hombre tenía dos problemas, uno que no le había tocado
la lotería, otro, que no entendía qué era lo que él podía y lo
que no podía hacer para que le tocase la lotería. Ambos problemas,
sobre todo este segundo, le estaban produciendo sufrimiento
y llanto.
Sufría,
sobre todo, por no ser capaz de entender qué estaba bajo su control
y qué no.
Somos
libres de desear lo que queramos: que nos toque la lotería, que no
haya hambre en el mundo, que todo vaya bien.....
A
menudo confundimos los deseos con los objetivos, entendiendo por
deseo cualquier cosa que nuestra imaginación sea capaz de querer que
se haga realidad. Y entendiendo por objetivo aquello que podemos
hacer para aumentar la probabilidad de que el deseo se cumpla. En el
caso anterior el deseo es “que nos toque la lotería”, el
objetivo (aquello sobre lo que yo tengo control), “comprar una
papeleta”.
El
límite del deseo es la imaginación. El límite del objetivo,
nuestra posibilidad y capacidad de llevarlo a cabo.
En
el caso de la lotería, sólo si compramos todas las papeletas el
suceso es seguro. No lo hacemos porque el coste de comprarlas todas
es mayor que lo que recibimos con el premio.
Cada
vez que compramos una papeleta más, aumentamos la probabilidad de
que nos toque. Sólo aumentamos probabilidades. El suceso no será
seguro, salvo si que las compremos todas.
¿Alguno
de los aquí presentes tiene como objetivo en su vida que su hijo
estudie? - suelo preguntar a los grupos de padres con los que tengo
oportunidad de hablar-.
- Yo
-dicen la mayoría levantando la mano-.
-
Objetivo equivocado, eso es un deseo, - les respondo-.
Si
queremos traducir el deseo a objetivo u objetivos, tendremos, como en
el caso de la lotería, que “comprar papeletas”, es decir hacer
aquello que está bajo nuestro control. Ejemplo: explicar a nuestro
hijo lo importante que es estudiar, ayudarle cuando tenga
dificultades, reforzarle cuando veamos que trabaja, animarle, etc...
Decidimos
qué papeletas (objetivos) compramos y nos ponemos con ellos.
Pero
no podemos comprar todas las “papeletas”. Algunas no están en
venta, como por ejemplo: que el niño lea sus libros, que atienda en
clase, que el profesor trabaje bien con el niño, que el profesor
corrija bien sus exámenes, que no haya otros niños que influyan en
él para que no vaya a clase.....infinidad de papeletas que no
podemos comprar.
Cuando
tenemos un deseo, a veces disponemos de “papeletas” (objetivos
que están bajo nuestro control) que podemos “comprar” (trabajar
con ellos). Cuanto más papeletas compramos, más probable es que nos
toque, pero sólo más probable, no es seguro.
Y,
sin embargo, ¿ cuántos padres “lloran” porque su hijo no
estudia? ¿ o porque no es como les gustaría que fuese?
Lo
fácil que es entender que por muy justo que sea que nos toque la
lotería, no tiene por qué tocarnos. La fácil que es entender que
sólo si compro todas las papeletas será seguro que me toque. Lo
fácil que es entender que con una que deje sin comprar ya no es
seguro que me toque. Entender que lo que hacemos cuando compramos
más, es aumentar las probabilidades de que nos toque, pero, solo
eso, aumentar probabilidades.
¿Por
qué habría de ser diferente con el deseo de que mi hijo estudie?.
¿Porque
como se trata de mi hijo tiene que ser así? ¿Porque es justo que
sea así? ¿Porque es lo mejor para él?
Da
igual las razones que yo tenga, da igual que sean muchas y buenas
razones. Da igual que, incluso, tenga tanta razón que me la den a todos los
que se lo comente. Ni la razón ni la justicia es lo que hace que los
deseos se cumplan. Si así fuese ¿habría hambre en el mundo?
¿guerras?.
Los
deseos solo son seguros si compramos todas las papeletas que están
en la rifa.
Yo
puedo desear que no haya hambre en el mundo. Un deseo maravilloso,
justo, sincero, honesto, que beneficia a millones de personas. Un
gran deseo. Un gran deseo que sólo será posible si yo tuviese todas
la papeletas de la rifa, y no las tengo.
Una
pregunta para ti que me estás leyendo ahora:
- ¿Te has planteado como objetivo en tu vida que tu pareja o tu amigo te entienda?
- Si?
- ¿Te has planteado como objetivo en tu vida que tu pareja o tu amigo te entienda?
- Si?
-
Objetivo equivocado. Eso es un deseo.
La
próxima semana hablaremos de cómo trabajar con los objetivos sin
enredarnos en insistir en que nuestros deseos han de cumplirse por el
mero hecho de que sean buenos, legítimos, nobles, grandes, útiles
para otros....
Ahora vamos
a quedarnos con unas reflexiones para esta semana:
Somos libres de desear todo lo que queramos; el deseo no tiene más límite que nuestra imaginación.
Cada vez que “compramos papeletas” (trabajamos con lo que está bajo nuestro control), aumentamos las probabilidades de que el deseo se cumpla.
Sólo aumentamos probabilidades.
Todos elegimos qué objetivos trabajamos de entre aquellos que podemos elegir.
No tenemos por qué elegirlos todos. Decidimos cuántos elegimos.
Algunas papeletas no están en venta.
El deseo crea ilusión, esfuerzo, motivación. Me gusta la reflexión que has hecho sobre lo que podemos o no controlar, me ayuda a elegir y me da libertad y se la doy a los demás .
ResponderEliminarGracias por tu articulo
Gracias Soshia. Cierto, ganamos en libertad
ResponderEliminarEncima además detrás de cada deseo incumplido muchas veces a la,tristeza, la desazón por el fracaso, vamos y le añadimos la culpa: que habré hecho mal? Mi hijo se parece a mí? Serviré yo para esto?
ResponderEliminarUfff, voy a expurgar mis objetivos no sea que algunos sean deseos puros y duros :)
Gracias por el post.
Bs.
No es tarea fácil elegir objetivos y las papeletas que compraré para cada uno... La vehemencia de la juventud "si quiero, puedo" nos hace vestir a nuestros justos deseos como objetivos y en ello sufrimos y nos levantamos. Espero que la templanza en la madurez y tus buenas ideas, me ayuden a comprar las mejores papeletas... PUNTO.
ResponderEliminarDeseo y objetivo, que difícil marcar los límites cuando el deseo se convierte en quiero y el objetivo en deber. Gracias por recordarnos que no podemos comprar todas las papeletas.
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